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jueves, 9 de febrero de 2012

Las Torrijas contra mí

Hay días en que parece que todo está en tu contra y que las fuerzas del universo quieren impedir que consigas tus propósitos. Pues bien, ayer fue uno de esos días.

Lo que me propuse hacer no era nada épico ni trascendental, eran unas sencillas torrijas... Pero por Dios ¡lo que costaron!

Al salir del despacho no me sentía animada para ir al gym así que decidí dar rienda suelta a mi vena glotona y hacer torrijas al llegar a casa.

Salí del metro, compré el pan en un sitio donde suelen hacerlo más duro que una piedra (ideal torrijas) y resulta que ese día les había dado por hacerlo tiernecito (Obstáculo 1).

Llegué a casa e intenté mirar en el pc mi receta de torrijas. La pantalla no iba, ¡perfecto!(Obstáculo 2). Obviamente, cuando ya no necesité el pc se puso a funcionar correctamente.

Cogí un cazo, vertí 1litro de leche, 100gr de azúcar, 1 ramita de canela y un pelín de ralladura de limón. Esto hay que calentarlo hasta que la leche dé un hervor. Pues bien, mi leche era tímida. 20min mirando el cazo y la leche seguía sin hervir y la vitro haciendo ruidos extraños. Decidí cambiarlo de fogón para que cogiera más potencia. Y nada, ahí seguía la leche, ¡tan campante!

Para aprovechar el tiempo, me puse a hacer la cena. Y claro, la tímida leche decidió que ese era el momento perfecto para dar su hervor. ¡Y vaya si lo dio! Estoy segura de que ha habido erupciones de volcanes menos potentes... Resultado: toda la vitro llena de leche. Bonus extra: la leche se requemó en el fogón de la vitro y creó una preciosa costra. (Mega obstáculo 3).

Puse a enfriar la leche, corté el pan en rebanadas de 1cm y medio, y las empapé con la leche durante un rato.

Puse incienso para disimular el olor a chamusquina, y que mi esposo-mantecoso no se diese cuenta del desastre (¡menuda paliza de limpiar que me pegué!).

Una vez las rebanas están bien empapadas, hay que batir un huevo y rebozarlas con él antes de freírlas. Eso siempre que tengas huevos en casa (Obstáculo 4). Así que me encontré con que había montado todo el desastre para nada, porque no me quedaban huevos (un aplauso para mí por no comprobarlo antes).

Cuando llegó mi maridito me vio deprimida con el "pan mojao" y lo mandé a pedirles un huevo a los vecinos. (Se lo pidió prestado, supongo que luego irá a devolverles la cáscara…).

Conseguido el preciado huevo, calenté aceite (yo usé de girasol pero muchas recetas usan el de oliva), rebocé las rebanadas y las freí. Las puse en un papel absorbente y las espolvoreé con canela y azúcar.

En fin, que salieron deliciosas. Nos las comimos de postre, aún calentitas y hoy nos hemos preparado unos Tupper para almorzárnoslas en el trabajo.

Resumiendo, como habéis podido comprobar es un postre muy sencillo, apto para torpes y despistados! Y está riquísimo!

Espero que os decidáis a hacerlas, eso sí, revisad que tengáis todos los ingredientes en casa y que vuestra tímida leche no pretenda darlo todo a vuestras espaldas.

Feliz jueves!!!

P.D. Os he marcado los ingredientes en otro color, y el modo de hacerlas lo tenéis a medida que vais leyendo. Es mejor dejar el pan de un día para otro, o un par de días, porque si está demasiado tierno, al empaparlas con la leche pueden quedar demasiado blandas y es más difícil freírlas sin que se desmoronen.

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